lunes, 3 de noviembre de 2014

La democracia, una invención ateniense

La visión griega, entonces, es la concepción de un mundo caótico donde reina la necesidad y donde hay también un "cosmos", es decir, un orden. Sin embargo, este orden reposa sobre un desorden fundamental. Es en este sentido que el pueblo ateniense "se sabe" creador, fundador, inventor del orden de la ciudad. Según Castoriadis, esta percepción del "caos", de la ausencia de orden y de regularidad es una especie de "precondición" esencial para que la política (y también la filosofía) pueda emerger. "Caos" significa qe el universo no está perfectamente ordenado, es decir, que no está sujeto a leyes "plenas de sentido". Esto significa, en última instancia, que las leyes provienen de la propia sociedad que se autoinstituye, que el pueblo es  archè tôn esomenôn, principio y comienzo de lo que vendrá.  

Esta visión condiciona entonces no solamente la creación de la política (como discusión y decisión acerca del orden de la ciudad), sino también la creación de la filosofía (como interrogación sobre la verdad de la "representación colectiva instituida" del mundo). La creación de la política implica la posibilidad de la acción política instituyente, la posibilidad de interrogarse sobre la justicia en general, mientras que la creación de la filosofía implica la posibilidad de interrogarse sobre la verdad, sobre la certeza de las representaciones corrientes, cristalizadas, inmediatamente admitidas. La filosofía, definida como "pretensión", como "aspiración" a la verdad, deja abierta la posibilidad de pensar "de nuevo". Castoriadis encuentra así un estrecho lazo entre "filosofía" y "política": "De modo que, si los seres humanos no pudieran creer algún orden por sí mismos estableciendo leyes, no habría ninguna posibilidad de acción política instituyente. Y, si un conocimiento seguro y total de lo humano fuera posible, la política llegaría inmediatamente a su fin, y la democracia sería al mismo tiempo imposible y absurda, pues la democracia supone que todos los ciudadanos tienen la posibilidad de alcanzar una doxa correcta, y que nadie posee una episteme de las cosas políticas (Castoriadis, 1986: 356). 

Así, la comunidad de ciudadanos -el démos- proclama que ella es libre y soberana (autonomos, autodikos, autotèles: ella se rige por sus propias leyes, posee su propia jurisdicción independiente y se gobierna a sí misma). También afirma la igualdad de los ciudadanos (masculinos, adultos e hijos de ciudadanos), la igualdad frente a la ley (isonomia) en el sentido de participación general activa en los asuntos públicos. Castoriadis subraya: "Esta participación no está librada al azar: al contrario, ella es impulsada por reglas formales y también por el ethos de la polis. Según el derecho ateniense, un ciudadano que se rehusaba a tomar partido en las luchas civiles que agitaban la ciudad se volvía atimos -es decir, perdía sus derechos políticos (Aristóteles, La constitución de los atenienses)" (Castoriadis, 1986; 361). Y esta participación se materializa en la Ecclesia (Asamblea), la Boulé (el Consejo) y los tribunales. La Ecclesia es la Asamblea del pueblo, el cuerpo soberano en acción. La Asamblea, asistida por la Boulé, legisla y gobierna. En la Asamblea, todos los ciudadanos tienen derecho a tomar la palabra (isegoría) pues las voces de todos tienen el mismo peso (isopséphia) y la obligación moral de participar se impone a todos y de hablar francamente (parrhésia). La participación se materializa también en los tribunales, donde la casi totalidad de los jueces son sorteados (Castoriadis, 1986: 359-360). 



¿Cuáles son entonces las principales instituciones y los procedimientos que encarnan la democracia ateniense? "La rotación, el sorteo, la decisión después de la deliberación de todo el cuerpo político, las elecciones, los tribunales populares" (Castoriadis, 1996: 284). Procedimientos e instituciones que no reposaban simplemente en el postulado de la igual capacidad de todos de asumir las cargas públicas, sino procedimientos e instituciones que "eran las piezas de un  proceso político educativo, de una paideia activa, que apuntaba a efectivizar, y a desarrollar en todos las capacidades correspondientes y hacer lo más cercana posible la realidad efectiva del postulado de la igualdad política" (Castoriadis, 1996: 284). 

Esta es la presentación preparada para el 3er. encuentro: 





Bibliografía citada: 

- Castoriadis, C. (1996) "La démocratie comme procédure et comme régime" en La montée de l'insignifiance. Les carrefours du labyrinthe IV. París, Seuil. Versión española: El avance de la insignificancia. Buenos Aires, Eudeba, 1997. 

- Castoriadis, C. (1986) "La polis grecque et la création de la démocratie" en Domaines de l'homme. Les carrefours du labyrinthe II. París, Seuil. Versión española: Los dominios del hombre. Las encrucijadas del laberinto. Barcelona, Gedisa, 1988.


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